La economía internacional actual se caracteriza por la gran integración de los
mercados financieros nacionales. Los inversores internacionales buscan la rentabilidad más alta entre todos los mercados financieros, teniendo en cuenta el riesgo de cada mercado, por lo que el capital se comporta como un factor perfectamente móvil, en la medida en que tienen unos costes bajos de transacción. Esta integración provoca que los tipos de interés no pueden distanciarse entre los países sin provocar movimientos de capitales entre ellos.
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